La idea del portafolio
docente es prestada de otros ámbitos profesionales.
Artistas, fotógrafos y arquitectos tienen sus portafolios, en los que muestran
la calidad de su trabajo (Seldin, 1997). Esta idea trasladada al campo de la
educación supone una descripción de los esfuerzos y resultados de un docente
por mejorar su enseñanza, incluyendo documentos y materiales que en conjunto
muestran el alcance y la calidad del rendimiento docente, al mismo tiempo que
operan también dentro de los esfuerzos por mejorar los centros educativos y la
enseñanza pues parten de la reflexión en la acción,
El portafolio docente supone un
giro no sólo metodológico en relación con los modelos anteriores de evaluación
de la enseñanza, sino también teórico, ya que una de las características que lo
definen es la de que sea el propio docente quien asuma el proceso de recogida
de la información pertinente sobre sus actuaciones en el aula y quien tiene el derecho y la responsabilidad
de demostrar su desempeño. Esta estrategia se basa, fundamentalmente, en el
hecho de que la calidad de la enseñanza es un constructo multidimensional y que
como tal exige una aproximación total y comprensiva de la misma. Este concepto
de calidad se apoya en el concepto de excelencia académica y crecimiento
profesional (Elton, 1992) y se preocupa
por conseguir evidencias sobre los procesos de enseñanza para ayudar a los
docente a crecer profesionalmente.
En este sentido, la evaluación se considera
más como un camino que como una meta y tiene, por tanto, como principal
objetivo la mejora continua, es decir, contribuir a la formación permanente, si
bien nadie puede negar que se pueda utilizar con fines sumativos o
acreditativos, siempre y cuando se establecieran criterios más amplios de
valoración y dejasen en manos de los profesionales de la educación, la responsabilidad de decidir cómo demuestran
la calidad de su trabajo.
PhD Félix Olivero